Por Libertad Gills
El blockbuster de Hollywood y el documental de bajo presupuesto comparten más de lo que se ve a primera vista Si durante la proyección de "Leviathan" (Lucien Castaing-Taylor y Verena Paravel, 2012) fue para mí extremadamente difícil sacar la vista de la pantalla para tomar apuntes, con "Gravedad" (Alfonso Cuarón, 2013) fue absolutamente imposible. Las dos películas representaron experiencias visuales y sonoras de alto poder; ambas me hicieron sentir que estaba dentro de ellas, completamente absorbida por la imagen y el sonido, emocionada por la historia narrada y más aún por la tecnología detrás de su construcción. "Leviathan", un documental sin diálogo, retrata la vida abordo de un barco de pesca masiva. El impacto visual se crea a través del uso experimental de la cámara Go Pro (una cámara de bajo presupuesto, usualmente utilizada en videos deportivos) y el movimiento anónimo y libre que esta cámara permite. Las cámaras se mueven de acuerdo al objeto o sujeto a las que están amarradas. No hay “perspectiva autoral” en su encuadre ni en su movimiento. Este anonimato, y el constante movimiento, crean un reto para el espectador. Tenemos que ver para saber dónde estamos y qué está pasando. Como resultado de ello el espectador se siente parte de la película, como si la cámara fuera su ojo, mirando a través de las rejas de una jaula. Cuando la cámara nos muestra un poco más (por ejemplo las gaviotas en el cielo), nos sentimos agradecidos, libres, vivos. De repente, nos damos cuenta que estamos en medio del océano, a la deriva, sin que nadie nos sostenga. Sentimos el peligro que nos rodea, olemos la sangre de los peces, el movimiento de la cámara crea una sensación de náusea similar a la de navegar en barco.
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December 2019
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