Reseña de Frances Ha (Noah Baumbach, 2014) por Libertad Gills Publicado en Cartón Piedra el 24 de marzo de 2014 La escena inicial muestra una pareja que está viendo fotos de gatos sin pelo. Hay una cierta incomodidad entre ellos y muy poca química. Las fotos, nos enteramos después, son un pretexto para que el novio de Frances (Michael Esper) le proponga que vivan juntos. Pero ella (Greta Gerwig) tiene “una situación”. La situación se refiere a Sophie (Mickey Sumner), la mejor amiga de Frances, con la que esta vive y con la que tiene una relación muy especial. “Sophie y yo somos la misma persona pero con cabello distinto”, dice Frances casualmente en, al menos, 2 ocasiones. Frances y su novio terminan al minuto siguiente de que ella rechaza su propuesta. Todavía en la habitación de su ahora exnovio, Frances recibe una llamada de su mejor amiga. “What’s up girl?”, le contesta, con una energía exuberante que solo Sophie le causa. No hay intereses románticos en Frances Ha. Sin embargo, la película es una historia de amor del siglo XXI. Un amor que solo puede existir entre amigas. Para Frances Ha, su último filme, el director estadounidense Noah Baumbach ha colaborado con su pareja, la actriz y coguionista, Greta Gerwig. Gerwig es conocida por sus roles en el cine mumblecore, un subgénero del cine independiente de bajo presupuesto con actores no-profesionales que conversan de manera naturalista, inspirado por los filmes de John Cassavetes y Richard Linklater. Baumbach es conocido por sus historias semiautobiográficas y sus personajes poco optimistas —basados, como él mismo dice, en sus familiares. No es casualidad entonces que en Frances Ha, los padres reales de Greta Gerwig actúan como los padres de su personaje, Frances. Si The Squid and The Whale (2005) es sobre el padre de Baumbach, Margot at the Wedding (2007) es sobre su madre, y Greenberg (2010) es sobre él, se podría pensar que Frances Ha (2012) es sobre Gerwig. A diferencia de las primeras 2 —felizmente— Frances Ha está hecha con la colaboración y coautoría de su sujeto. Influenciado en parte por los géneros de Hollywood de los treinta y cuarenta, como el film noir por ejemplo, el cine de directores como Godard y Truffaut luego inspiró y sigue inspirando a numerosos cineastas norteamericanos e independientes, como lo ejemplifica esta película de Baumbach.
Frances y Sophie son una especie de Jules y Jim, de la película del mismo nombre de Truffaut. De hecho, este filme es la referencia para el rápido desarrollo de la amistad entre los personajes principales. Como explica Baumbach: “Es tan divertido, musical y visualmente, y no se complica lo expositorio. Es como Jules y Jim; son amigos. Te voy a contar algunas cosas sobre ellos”. De la misma manera se desarrolla la amistad entre Frances y Sophie: Baumbach no trata de cubrir o vestir el carácter expositorio de la película, todo lo contrario, lo muestra con una franqueza liviana y divertida. El resultado es que sentimos que conocemos a las protagonistas desde el primer momento, al mismo tiempo que Frances Ha demuestra ser consciente de sí misma como película. Esta autoconciencia también se expresa a través de referencias cinematográficas. Con temas “robados” de la banda sonora de 400 coups (Truffaut), un guiño de ojo a Jean-Pierre Leaud (el actor principal de esta película), una secuencia que viene directamente de Mauvais Sang, de Leos Carax, Frances Ha es una película hecha por cinéfilos para cinéfilos. Es un regalo para los espectadores aficionados a la nouvelle vague y los amantes de la imagen en blanco y negro (pensemos en Manhattan, de Woody Allen), intencionalmente construida para aparecer como 35 mm pero en realidad filmada con una cámara digital. Al mismo tiempo que es un filme inspirado en el cine de otras épocas y de otros países (especialmente Francia circa 1960), Frances Ha es innegablemente de Nueva York y del presente. Frances, una mujer joven de 27 años, como muchos después de terminar la universidad, no tiene un domicilio estable. Vive de un lado para otro. Baumbach utiliza el recurso de las múltiples direcciones que tiene a lo largo de la película como divisores estructurales o capítulos, plasmados en textos de letras blancas sobre fondo negro. La carencia de hogar, y el deseo de pertenecer a algo más específico que una ciudad de 8 millones de personas, es un tema que tiene resonancia. Frances Ha se dirige a un público muy específico de adultos de alrededor de 30 años que, al graduarse de universidades norteamericanas caras, se encuentran en una crisis económica, sin posibilidades de trabajo. Quieren ser artistas pero, ¿cómo hacerlo con un alquiler de 1 200 dólares? Frances Ha está totalmente sumergida en la nouvelle vague, pero al mismo tiempo no deja de ser una película que representa a una cierta generación (gente de Nueva York, de clase media, etc.) que existe en la vida real, más allá de la pantalla. En una escena, vemos a Frances en la tina del baño después de un excelente montaje que narra el viaje que tomó para visitar a sus padres en California. Su madre toca la puerta y Frances le dice que está ocupando el baño, que espere. La madre le exclama: Frances, ¿hasta cuándo? Ella se queda en la tina, pensando. La pregunta sigue en el aire, como si fuera LA PREGUNTA de la película. Porque aunque Frances Ha es indudablemente una historia de amor entre amigas, también es la historia de Frances y de este momento en su vida en el que se halla estancada, tanto mental como espacialmente. El cine de Baumbach —incluida esta película— ha sido criticado por estar centrado en las trivialidades de personas blancas de clase media alta, pero, en mi opinión, Frances Ha no se enfoca en una búsqueda trivial. La danza que Frances dirige al final del filme es una magnifica metáfora sobre el movimiento de las personas, tanto a nivel individual y colectivo, y el impacto que los demás dejan sobre tu ser. El personaje de Frances es universal en su búsqueda de formar relaciones perdurables. La amistad que tiene con Sophie es precisamente esta relación. Es el amor de su vida. Pero, como explica Frances cuando está borracha y conversando con personas que no tienen el mínimo interés en ella, el amor “no es algo posesivo ni sexual pero es que esta persona es tu persona en esta vida, y es gracioso y es triste pero solamente porque esta vida terminará y es un mundo secreto que existe en público y sin embargo nadie más lo ve…”. Que el amor para Frances no incluya una pareja tal como solemos percibirla es algo realmente especial. Celebremos que Baumbach haya conocido a la joven Gerwig. Esta película es una pequeña joya del cine norteamericano: lúdica y sorprendente, reflexiva y, sobre todo, sincera. Contiene suficientes referencias cinematográficas para enamorar a cualquier cinéfilo pero también su propio toque sentimental (la combinación Baumbach-Gerwig tal vez), que se desliza con inteligencia por la cuerda floja entre la felicidad y la melancolía. Una película muy consciente de sí misma, pero sin llegar a incomodar al espectador porque ofrece lo que queremos: risas, buena música y baile, mucho baile. Para una cierta parte de la población que va al cine, en la cual me incluyo, esto es (secretamente) lo que más deseamos en una película.
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